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Juntas contra el machismo

Publicado: 2018-06-09

Estamos experimentando un sentimiento terrible junto a la impotencia de ver a diario como las mujeres son asesinadas de las formas más crueles, con el propósito no solo de acabar con sus vidas, sino de provocar la mayor cantidad de dolor en el proceso. Estamos experimentando el sentimiento abrasador y ponzoñoso de que no bastan nuestros esfuerzos por evitarlo, de que seguirá pasando, de que nuestras criaturas tienen infinitas posibilidades de ser víctimas. Las madres de niñas sentimos el doble de miedo y una incertidumbre letal que desmorona el ánimo y convierte en un calvario la cotidianidad. Enviar a nuestras hijas a la escuela, dejarlas en una guardería, viajar solas en el transporte público, dejarlas en casa… absolutamente cualquiera de las opciones dan miedo, porque todas son situaciones en las que el abuso puede suceder y en un abrir y cerrar de ojos puedes buscar a tu hija en todas partes para encontrarla muerta a la rivera de un río y con evidentes signos de tortura, si es que la encuentras… si es que no te la arrancan para siempre. 

La mayoría de mujeres hemos sufrido abusos en algún momento de nuestras vidas y muchas de nosotras en la infancia: el vecino, el chofer de la movilidad, el tío, el primo o hasta el padre, el desconocido que vigila hasta cometer el sec uestro por y para su placer. Y a pesar de que ellos son los victimarios se nos culpa siempre a nosotras porque ninguna precaución es suficiente, ¿Creen que no lo sabemos? ¿Creen que ignoramos el peligro? Pero ni siquiera las bebés se salvan y eso nos rompe en mil pedazos repartidos entra la angustia y el dolor lacerante , la indignación y la rabia. Vemos a nuestras hijas dormir, con las caritas tan ajenas a la miseria de una sociedad machista que las marca desde su nacimiento para servir, para de forma aleatoria ser víctimas de terrorismo machista. En lo que va del año ya son casi 50 mujeres asesinadas por sus parejas, ex parejas, acosadores o extraños, todos ellos hombres ejerciendo su poder porque piensan que se nos puede usar y desechar sin ninguna consecuencia, saben que las leyes los amparan y la impunidad reina en un sistema que parece alentar a todo el equipo machista ganador del mundial de violencia y terrorismo contra las mujeres, cuyas vidas importan muy poco al Estado y a todos aquellos elegidos por el pueblo que lucran en lugar de velar por nuestros intereses e integridad.

El machismo es una enfermedad de transmisión social, afianzada por nuestro sistema legal por la televisión con sus segmentos nauseabundos acerca de cómo ser una buena esposa en pleno siglo XXI. Cobra víctimas a diario, nos están matando de formas horribles. Las mujeres y niñas estamos en emergencia y bajo ataque constante.

Nuestro propósito es allanar el camino para que nuestras hijas y las hijas de nuestras hermanas no tengan que luchar tanto, pero el camino tal y como está, resulta muy duro y la desesperanza amenaza con invadirlo todo. Con cada mujer asesinada, con cada cuerpecito encontrado sin vida, con cada nombre de las víctimas que nunca regresaron a casa, con cada crimen, con cada violador, pedófilo y asesino libre, muere un poco de nosotras y despierta una guerrera.

Texto original de Kem Kemper


Escrito por

Kem Kemper

Devoradora de libros y de diferentes formas de arte, Feminista declarada hace poco, pero rebelde con causa y justa razón desde siempre.


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Comunidad feminista.