Hace 26 años que el Perú viene combatiendo la misma lacra, ésta se disfraza de diferentes colores, cambia de nombre cada cuatro años (o según le convenga) y disipa su mugre tras capas de humo que hace mucho nos hemos dado cuenta que no son capas sino cortinas, y que además de confeccionarlas las venden. La lacra del fujimorismo se hizo evidente el cinco de abril de 1992, el día en que la democracia del Perú se vio atacada cuando el dictador Alberto Fujimori decidió disolver el Congreso convenientemente cuando el Senado estaba investigando sobre la matanza de Barrios Altos cometida por el Grupo Colina y dirigido, claro está, por Fujimori y Montesinos. 

A lo largo de estos años hemos visto como la corrupción dentro del partido fujimorista se ha apoderado de todo a su alrededor llegando al colmo de manipular la prensa, las decisiones políticas y la vida social de la ciudadanía y no me refiero únicamente a la época de la dictadura, incluso después de haber renunciado por fax cuando los vladivideos salieron a la luz y tuvo que huir del país, aún después de eso Fujimori y su cúpula ha seguido por lo bajo manejando los hilos de los títeres corruptos que dejaron para dar la cara y seguir jugando sus cartas bajo la mesa.

Desde el fujimorismo se han planteado a lo largo de todos estos años (a veces por lo bajo, a veces a voz en cuello), políticas públicas en contra de la juventud, de los derechos de las mujeres y los derechos laborales de todo aquel que ose trabajar, muchas personas quieren negar el hecho de que el fujimorismo tuvo que ver con toda la mediocridad que hemos vivido como nación en los últimos 26 años, niegan que toda la corrupción que se maceró durante el gobierno del dictador Fujimori tenga algo que ver con la crisis política que actualmente estamos atravesando, niegan que la herencia del inconstitucionalmente indultado patriarca fujimorista sea la noción de gobernar para los intereses de una familia a la que no le importa en absoluto el pueblo en su conjunto y que desprecia abiertamente todo lo popular aunque sus políticas sean del más rancio populismo neoliberal que ya se conoció en Latinoamérica.

A pesar de todas las pruebas en su contra, a pesar de que quedó demostrada la culpabilidad de Fujimori su partido y su familia, se han encargado de blanquear todos sus crímenes con la absurda idea de la “conciliación nacional” como si los deudos de las víctimas no importaran, como si haber esterilizado a cerca de 200 mil mujeres no sea motivo suficiente para que todo el peso de la ley caiga sobre los culpables, a pesar de todo, o quizá debido justamente a la estructura de corrupción que el gobierno fujimorista armó mientras estuvo en el poder, es que ahora las víctimas siguen reclamando justicia, debido a ese sistema putrefacto es que la clase política no ha cambiado y las caras nuevas que hay siguen repitiendo modelos de corrupción.

Si por algún motivo no quieren analizar desde la ética todo el problema moral que implica haber indultado a un sentenciado por crímenes de lesa humanidad en libertad, y todas las consecuencias políticas y sociales que vendrán en el futuro para la sociedad peruana, pues analicemos la exorbitante cantidad de dinero que Fujimori debe al estado peruano, sólo en reparaciones civiles el ex dictador debe más de quince millones de dólares, eso sin contar con la millonada de plata que logró sacar del país y que ahora está en cuentas en Japón al cuidado de sus familiares prófugos de la justicia. ¿Qué más hace falta para erradicar la lacra fujimorista de la vida social y política del Perú?

Todas las organizaciones feministas que estamos luchando para que la memoria perdure tenemos que redoblar fuerzas, ya que tenemos que destruir un sistema corrupto que está podrido desde los cimientos y que se refleja en la crisis social, política y cultural que estamos padeciendo ahora. Tenemos que repetir las veces que sea necesario que fue Fujimori quien hizo desaparecer a toda una generación de peruanas y peruanos debido a las esterilizaciones forzadas, fue él quien se rió de todos los muertos y víctimas de sus políticas nefastas, es su familia que ha hecho tambalear la democracia (una vez más) y a vista y paciencia de todo el mundo. Nosotras tenemos memoria, y tenemos voz, para evitar que se repita un 5 de Abril, para construir juntas políticas feministas libres de corrupción y que generen por fin una sociedad de iguales, que es lo que tanta falta nos hace.

Texto original de Lara Salvatierra para Soy Aukasisa