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El censo y las opciones que faltan

Políticas basadas en subjetividades

Publicado: 2017-10-21

Una cuestión básica a entender referente al censo es que su necesidad radica en medir cuantitativamente, valga la redundancia, cuántos somos, cómo y dónde vivimos. 

Con datos poblacionales concretos es posible hacer una proyección demográfica y luego hacer las divisiones por edades, por movimientos migratorios, zonas hiperpobladas etc.
Con datos de vivienda se calcula por ejemplo la materialidad que conforma las casas de las personas, o sea, se cuenta el material con el que está construida cada casa y luego se analiza la distribución de esos materiales según zonas habitadas. 

Teniendo esos números es posible destinar adecuadamente el presupuesto que maneja cada municipalidad y también el presupuesto del Estado para temas de vivienda, salud (vinculado al tema etario) migraciones (hacinamiento y superpoblación) etc.

Para tener datos concretos, es necesario hacer preguntas concretas, no sólo por un tema de practicidad al tener que contar aproximadamente 32 millones de personas que conforman el Perú, sino porque para resolver problemas puntuales, es necesario tener datos puntuales.

Si hacemos un recuento histórico de la problemática que atraviesa el Perú, veremos que básicamente, la mala distribución del presupuesto destinado a resolver los temas de materialidad de la población se han visto reflejadas en terribles políticas de estado que no solo no han resuelto las necesidades básicas de los pobladores, sino que han obviado en muchos casos, a poblaciones completas con miras a un “progreso” que se ha centralizado en Lima, lo cual ha llevado a la migración paulatina de las poblaciones rurales a la capital, generando así la realidad compleja que ahora se pone de manifiesto al tener que enfrentarnos nuevamente al censo.

¿Qué se ha propuesto las últimas décadas al respecto desde el estado? Pues no mucho, prácticamente la política del “por mientras”, “más tarde vemos eso”, “en un rato lo soluciono” se ha impuesto de manera que cada vez las diferencias son más evidentes de distrito en distrito, ¡pero eso sí! Los números muestran que somos un país de emprendedores, aunque la realidad indique que el subempleo y la falta de derechos laborales sean pan de cada día, sin hablar claro, de la informalidad que atraviesa toda la sociedad, desde sus mandatarios que evaden todos los procesos que tienen en su contra hasta al vecino de la esquina que no le queda otra que saltarse algunas reglas para lograr sobrevivir en este país de desigualdades llamado Perú.

A puertas del bicentenario aún hay muchas cosas que no nos hemos preguntado como peruanas, es cierto que más vale tarde que nunca, pero si revisamos el cuestionario del censo como el documento histórico que algún día será, veremos que el planteo de las preguntas deja abierta la posibilidad de caer en interpretaciones, lo cual no es, en sí mismo, el objetivo del censo.

Quizá no sea fácil de detectar los problemas que presenta el cuestionario, por ejemplo en la sección V, la que trata de las características de la población, se aborda el tema del trabajo infantil, preguntando a personas a partir de cinco años si trabajan o no, se pregunta sobre la religión, sin especificar qué te hace ser miembro activo de una determinada creencia y nombrando sólo dos opciones posibles y el resto en el cómodo “otros”. A mujeres a partir de los 12 años se les preguntará cuántos hijos tienen, dando a entender que son las mujeres las responsables de los embarazos precoces que son total responsabilidad de las personas que violentan a esas niñas obligándolas a ser madres, porque la posibilidad de preguntarle a los hombres sobre los hijos que tienen en total no cabe en esa formulación. Temas claves para el desarrollo de la mujer peruana se verán enturbiados por no haber especificado conceptos básicos como son sexo y género, así, cualquier persona podrá responder de acuerdo al género con el cual se identifique, lo cual nos beneficia en términos de inclusión, pero en cuanto a los problemas específicos de la salud reproductiva de las mujeres será un resultado a interpretar quitándole validez, o en todo caso, invirtiendo tiempo de más en analizar los datos que se recaben.

El trabajo que en estas últimas décadas no se ha hecho desde el Estado en temas culturales y étnicos los ha venido realizando la población en su conjunto, buscando en su pasado reciente, retomando costumbres de las abuelas, volviendo a las raíces familiares. Es en ese contexto que llega la pregunta del censo indagando sobre la identidad étnica, un tema antropológico que en una sociedad tan compleja como la peruana, es una pregunta difícil que no debe tomarse a la ligera.

La reflexión que debería acompañar la pregunta de la identidad étnica, que se circunscribe a costumbres y cultura, se ve direccionada al tema de lo racial, ya que las respuestas planteadas en el cuestionario no son todas referentes a la cultura, por lo que la pregunta en sí misma quedaría invalidada. Nosotras a quienes nos cortaron las raíces y tuvimos que sobrevivir como mejor pudimos, tenemos ahora que elegir entre categorías que ni siquiera son todas nuestras, sino imposiciones que llegaron con los invasores que nos colonizaron, y que aún ahora nos etiquetan para diferenciarnos. ¿Cuál será el resultado de ese cuestionamiento si no tenemos las opciones correctas para autodefinirnos? ¿Dónde quedaran relegadas las mujeres pobres y racializadas del Perú que no figuran entre las opciones que el cuestionario presenta? Hay cuestiones muy vagas en las preguntas del censo, y otras muy puntuales como pedir el número de dni que a fines de un análisis cuantitativo no aporta nada a la resolución de los problemas que atraviesa el Perú.

Exigimos y seguiremos exigiendo mayores y mejores políticas de parte del estado peruano, por todas aquellas mujeres que son la base de nuestra cultura y de nuestra diversidad, y por todas aquellas que quieren encontrar su propia voz para que las represente más allá de cuestiones subjetivas que respondan a intereses que no son de todas las mujeres peruanas.

Texto original de Lara Salvatierra


Escrito por

Lara Salvatierra

Sanmarquina trotamundos. Tengo de Inga y de Mandinga y mi verbo favorito es Luchar.


Publicado en

soyaukasisa

Comunidad feminista.